La pregunta obliga a debatir sobre los límites y el potencial demáquinas y algoritmos o más bien sobre la responsabilidad de nuestrasopciones y sus consecuencias.Dispositivos tecnológicos cada vez más sofisticados, autónomos ycapaces de colaborar con nosotros, simulan capacidades humanas. Lo que llamamos inteligencia artificial marca nuestra vida cotidiana y es un desafío para el futuro de la civilización. Desafío que implica, portanto, incógnitas, riesgos y oportunidades. Educar a un robot significa cultivar los recursos creativos y cívicosde las personas en contextos relacionales donde la conectividaddigital es tan omnipresente que resulta impensable interpretar sulógica sin un adecuado discernimiento pedagógico. Se trata de educarpara un discernimiento que nos permita comprender de qué modo lasinnovaciones radicales en procesos y productos, pueden contribuir albien común para abordar las necesidades educativas y las fragilidadessociales, desigualdades y pobrezas.Una pedagogía de la inteligencia artificial insta a cuidar del serhumano. Involucra a padres, a maestros y a otros educadores,