Durante decenas de miles de años, la naturaleza ha proporcionado alimento animal y vegetal a los humanos. Además, en numerosas ocasiones algunas especies han sido instrumento imprescindible para el desarrollo y la evolución de las sociedades. Hoy algunos pretenden esconder esta realidad. Quieren otorgar igual naturaleza a humanos y al resto de seres vivos. ¿Estamos ante un error de la filosofía?¿Responde esto a esa especie de sentimentalismo social cada vez más invasor? ¿Encontramos una respuesta abierta de los animales semejante a la que nosotros les concedemos?
Este libro revela con claridad los excesos de las formulaciones animalistas, que equiparan los derechos humanos a los derechos de los animales; aporta argumentos sólidos para explicar a los defensores del animalismo que sus posturas son desmesuradamente personalistas, y que sus postulados proceden del desconocimiento real de los verdaderos derechos y sus consecuencias.
El autor llama la atención sobre esta tendencia igualitarista, que traslada determinados derechos humanos a los animales. El propósito animalista desemboca en una especie de...