Todo comenzó en un pequeño pueblo de la Sierra de Madrid. Antonio Saénz de Miera, entonces presidente de la Fundación Cultural Cercedilla, ponía en pie una iniciativa radicalmente regeneracionista, a la manera de Giner de los Ríos. Invitaba a sus vecinos a emprender una marcha de reconciliación con la naturaleza, abierta a las dos Comunidades que abrazan las cresterías del Guadarrama. La bautizó con un calambur, Aurrulaque, en honor a su destino la Pradera de Navarrulaque. Treinta han corrido desde entonces, haciendo camino al andar, pero también sociedad civil y conciencia ecológica. Edición tras edición, a aquel puñado de caminantes se fueron sumando personalidades como Luis Rosales, Laín Entralgo, Camilo José Cela o Juan Luis de Arsuaga. Debemos a todos ellos su mayor conquista: la declaración de la Sierra de Guadarrama como Parque Nacional.
A un paso de ceder el testigo, Antonio Sáenz de Miera hace memoria. Eduardo Martínez de Pisón alza una Geografía Universal del Guadarrama. Álvaro Bermejo relata la crónica de los Aurrulaques. Antonio Guerrero glosa sus interiores. Julio Vías reflexiona sobre los conceptos de Identidad Cultural y Masificación, Y Jorge Arranz aporta una estupenda colección de ilustraciones. AURRULAQUE se presenta como un libro imprescindible para entender la Sierra a la que llamamos nuestra por ser de todos: los que vinieron y los que vendrán.
