Con el libro Cambios de piel, de 1990, Blatnik se firmó como uno de los autores de relatos breves con más futuro de la Europa Central. Por este trabajo recibió el premio Ciudad de Ljubljana. Desde el principio las críticas le fueron muy favorables: "es una literatura con una sensibilidad emotiva que no resulta molesta ni patética, al contrario, es sumamente discreta y apenas perceptible, lo que hace de ella una escritura convincente e intensa"; son "relatos aparentemente sencillos, con exposiciones y detalles argumentales sutiles, de los que trasciende un indudablemente escepticismo, en medio, siempre, de un tono literario ingenioso y con un estilo tan confortable como un Mercedes".