Las tres comedias de Terencio que hoy se ofrecen al público son un magnífico botón de muestra de un teatro que pretendió divertir, pero también hacer reflexionar, a los romanos del siglo II a.C., y que legó a la cultura universal una obra impecable desde el punto de vista literario y dramático, auténtico espjo en el que se miraría la comedia europea medieval y moderna.