Durante mucho tiempo ha quedado estereotipada la imagen de Keats como poeta refinado y ultradelicado, que murió víctima de la incomprensión y crueldad del mundo literario de su época; es decir, ha pervivido la idea romántica de Keats como poeta maldito. Keats había nacido en Londres en 1795 y murió en Roma en 1821, cuando contaba 26 años.