Todo el mundo sabe que los cocodrilos no tienen que cepillarse los dientes, ya que se lo hacen los pájaros con su pico puntiagudo.
Totó, el cocodrilo, tiene un pájaro para él solo, Ernesto.
Se llevan de maravilla.
Pero un día Totó se come un antílope entero y se da cuenta de que Ernesto ha desaparecido.