Al igual que hiciera en El juego favorito, Leonard Cohen sitúa la acción de Hermosos prededores en el Canadá de los años sesenta. Sin embargo, aquí terminan los paralelismos la trama gira en torno a un tórrido triángulo pasional, tres personajes unidos por una obsesión amorosa, y por la fascinación que les produce la historia y la personalidad Catherine Tekakwitha, una laica católica del siglo XVII que acabó por convertirse en santa. Combinando con maestría una gran varidad de formas y técnicas narrativas.