Con La muerte es una vieja historia, Rivera Letelier nos sorprende con un tono y un lenguaje creados para dar vida a una novela policiaca asombrosa ambientada en el desierto de Antofagasta, al norte de Chile. Un violador acecha a las mujeres en el cementerio de Antofagasta. Las víctimas declaran haber sido arrastradas al interior de un mausoleo por un sujeto de voz aterradora y que huele a muerto. Para encontrar al culpable es contratado el Tira Gutiérrez, único investigador privado de la ciudad que hasta ese momento solo se ha dedicado a resolver casos de infidelidades; un detective por correspondencia, ex minero que al verse desempleado opta por dedicarse a su pasión secreta: resolver crímenes. En este caso es asistido por la hermana Tegualda, una joven religiosa que, bajo su ropa de penitente, tiene más sensualidad y habilidades deductivas de las que ni ella misma se imagina.