Los frailes Junípero Serra y Francisco Garcés son los más grandes evangelizadores de los territorios españoles de Norteamérica. Si bien la labor del primero es bastante conocida debido a las misiones que fundó, la actuación de Garcés no es menos importante (recorrió miles de kilómetros en solitario por territorios inexplorados) y podía haber ensombrecido a Serra si su trágica muerte no se lo hubiera impedido en la revuelta Yuma de 1781. Al amanecer del 17 de julio, miles de indios yumas atacaron las pequeñas poblaciones de la Purísima Concepción y San Pedro y San Pablo de Vicuñer en la confluencia de los ríos Gila y Colorado. En pocas horas, una orgía de muerte y destrucción acabó con la vida de cuatro franciscanos (incluido el propio Garcés) y más de cien colonos entre hombres, mujeres y niños, mientras otros tantos quedaron cautivos. Entre ellos, los componentes de un pequeño escuadrón de dragones de cuera, fieles a la mejor tradición de los ejércitos españoles, sacrificaron sus vidas en defensa de sus compatriotas y murieron combatiendo hasta el último hombre.