Uno de los hechos más dramáticos a los cuales puede enfrentarse una persona, es perder a un ser querido de forma súbita. Este hecho todavía alcanza su punto más álgido cuando afecta a lactantes, niños o personas jóvenes y de la que se desconocía previamente proceso patológico. De forma convencional se aceptan tres criterios básicos definitorios de muerte súbita: etiología presuntamente natural, rapidez de aparición, con un corto intervalo desde el comienzo de los síntomas y lo inesperado de la presentación en un sujeto con aparente buen estado de salud o, en todo caso, con enfermedad clínicamente estable.