En su juventud, cuando no sabÃa muy bien qué hacer con su vida, la parisina Paula Krast se marchó a Bruselas a estudiar arte. Allà conoció al tÃmido Jonas, por el que sintió un deseo no siempre correspondido, y a Kate, una escocesa pelirroja y escultural. El trÃo selló su amistad en esos años repletos de entusiasta creatividad y de sueños que después, con el tiempo, no siempre llegaron al puerto previsto.