En "Al escritorio", primer volumen de su "Trílogia alpina", Werner Kofler pone en práctica uno de sus principios estéticos: «Si el lector dice: realidad, el autor replica: literatura. Si el lector dice: literatura, el autor replica: realidad». Aunque llena de referencias geográficas e históricas, esta literatura debe destruir la realidad, pero también sus propios códigos narrativos, y en particular al sujeto.