A mediados del siglo XX empezaron a plantearse nuevos procedimientos para hacer frente a las catástrofes humanitarias; en este contexto, la actitud de la comunidad internacional frente a la crisis de Biafra motivó la convocatoria de una conferencia en la que Mario Bettati y Bernard Kouchner propusieron la doctrina de la injerencia humanitaria que propugnaba asistir a las víctimas de estas catástrofes incluso si el Estado donde sucedió no lo hubiera autorizado previamente.
Tras la caída del Muro de Berlín y el posterior estallido de diversos conflictos en todo el mundo como la Guerra del Golfo o el genocidio de Ruanda el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas empezó a considerar que las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos constituían una amenaza para la paz y la seguridad internacionales. La actitud de la ONU dio lugar a una época de interés por lo humanitario con doctrinas centradas sobre los términos de asistencia humanitaria, seguridad humana, llegándose a plantear una posible positivación de la vieja intervención humanitaria. Por todo, en 2001, la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados preparó (CIISE) preparó un informe que concreta el de la responsabilidad de proteger para que la comunidad internacional ayudara a las víctimas cuando su propio Estado no pudiera o no quisiera hacerlo.
Esa investigación examina tanto el contenido de la normativa internacional vigente en materia de asistencia humanitaria, la doctrina de la injerencia humanitaria y el concepto de la responsabilidad de proteger; como la reacción de Naciones Unidas ante diversas crisis (Iraq, Bosnia-Herzegovina, Somalia, Ruanda, Haití, Kosovo, Libia, Yemen o Siria).