Vianne Rocher llega al pueblo de Lansquenet para abrir una chocolatería frente a la iglesia. Para el cura Francis Reynaud, la presencia de esta singular mujer no puede ser sino el primer paso para caer en la tentación y el pecado. Para Vianne, sin embargo, el chocolate es algo más que un placer para los sentidos: gracias al chocolate, las penas se hacen más llevaderas, los secretos más íntimos y los sueños, quizás, se vuelven reales.