MORADO
No atardece nunca
en esta casa de ventanas
alrededor de un patio oscuro.
Yo recuerdo los cambios climáticos
con alegría, los sentía en la cuna,
aunque dicen
que eso es imposible recordarlo.
Comencé a olvidarlos cuando me casé
y en la cama mi marido me pedía
movimientos balanceantes, descubrí
que el esqueleto es muy flexible
incluso puede sentir su propia carne.