Dejad que las maquinas vengan a mí es un libro de espejos, de reflejos infinitos que rebotan dos superficies reflectantes. Es una reflexión ontológica sobre aquello que hace humano al ser humano -el Principio de Humanidad Suficiente- a través de dos proyecciones de ese humano: las máquinas y las películas de ciencia ficción. Las máquinas porque han pasado de ejecutar aquello que el ser humano no quería hacer a convertirse en eso que el ser humano quiere ser. Y el cine porque es la representación de lo que es hoy el humano cuando pretende representar lo que será. Y en el encuentro entre esos dos reflejos Luis Montero describe a un humano que a fuerza de pretender imponerse al mundo termina por ser producto de este.
Aquel que producía al mundo terminó producido por este. Como no podía ser de otra manera.
Y es que las máquinas son la mejor forma de autoexploración que ha creado el humano. Mucho mejor que la filosofía. Son un ejercicio, candoroso e inquietante a la vez, de autoconocimiento. El listado de influencias recíprocas entre uno y otro campo, la ciencia ficción y la teoría de la mente, es innumerable. Las máquinas son la encarnación de ese experimento mental que somos para nosotros mismo. Pero no solo eso. Son una idea de nosotros mismos con capacidad para transformarnos a nosotros mismos y al mundo que habitamos. Dejad...es, sobre, todo la constatación y apertura de un nuevo espacio ontológico para el humano, un humano que habrá dejado de ser lo que es para hacer de la máquina un humano.
