Frente a la sensación de crisis generalizada, los españoles del siglo XVII buscaron refugio en la ilusión de considerar reales todo tipo de prodigios maravillosos. Se constituyeron en ?una república de hombres encantados?. Reverdecieron las artes mágicas, se extremó la religiosidad y surgió la cultura barroca, que era ensoñación, desmesura, extravagancia y agonÃa. Los demonios, convertidos en poderes taumatúrgicos, saciaban la ansiedad y los deseos de fenómenos extraordinarios de quienes no acertaban a discernir entre locura, hechicerÃa y santidad. Asà se explica que casi todas las monjas del convento madrileño de San Plácido, situado en la calle de San Roque esquina a la del Pez, se creyeran poseÃdas por los demonios, que a través de ellas ?y siempre ?con el permiso de Dios?- realizaban profecÃas sobre asuntos trascendentales, embaucando a personajes polÃticos tan poderosos como el conde-duque de Olivares, que se carteaba con la priora del convento, principal inductora de los escandalosos episodios de posesión diabólica e histeria colectiva que allà se dieron.
Intervino la Inquisición, que prendió y condenó a todos los implicados, provocando un duro ?tour de force? que puso en un brete al mismÃsimo Olivares, aunque al menos de momento éste resultase vencedor. Años después, el Santo Oficio, ansioso de venganza, logró del endeble Felipe IV -también afectado por lo que se rumoreaba sobre los sucesos del convento- que ordenase la revisión del proceso. Cayó, por fin, el Conde-Duque. Este libro desvela la compleja trama, plena de erotismo y patologÃa, de aquel suceso verÃdico, aunque poco conocido.