Érase una vez un cangrejo que acababa de nacer. Se llamaba Matías y tenía las patas tan finas que no se sostenía en pie. Cuando al fin se puso en pie y empezó a caminar, descubrió que lo hacía al revés que el erizo o la tortuga y entonces el pobre cangrejo Matías se puso a llorar.
El cangrejo Matías se siente muy desgraciado porque no consigue caminar como los demás animales de la playa, pero cuando descubre por casualidad que caminando al revés puede ver los peligros antes que los demás, deja de quejarse, y se pone al servicio de todos sus amigos para avisarles de la llegada de algún enemigo.