El mismo camino de todos los dias se vale de una sola voz, la de Letitia Branea, una adolescente de la Rumania de los años 60, a la que el lector sigue hasta que alcanza la edad adulta. Criada por su madre (pues su padre, divorciado, esta purgando largos años de carcel sin que la hija sepa por que), Letitia vive en una pequeña ciudad de provincias, en una casa con una unica habitacion, con su madre y su tio Ion, quien hace las veces de padre, inmersa en un ambiente muy limitado y que le resulta sofocante. Podria ser la novela sentimental de cualquier adolescente occidental con un analisis tan fino que parece un diario intimo. Pero El mismo camino de todos los dias mezcla con gran habilidad la cronica historica de los años 60 con la historia de una educacion sentimental. El mundo ha cambiado en estos 35 años, pero la dificultad de elegir uno su destino cuando se marcha de una ciudad de provincias a la capital, la vida en una residencia universitaria, las amistades con compañeros de estudios, las estrategias del amor, la espera febril del futuro y los dilemas morales para entrar en la vida son universales. Ante nuestros ojos se construye un destino forjado de preguntas y desgarros sentimentales, de la eleccion entre indignacion y sometimiento, entre confesiones y silencios