No me dedico a lo mismo, ni vivo en la misma ciudad, no gasto mi tiempo en las mismas actividades, no me expreso del mismo modo, no cuido igual a mis amigos y, seguramente, tampoco escribiría de no haber vivido la muerte de cerca.
Hago todo lo que hago porque sé que un día no lo podré hacer, le he perdido el miedo al futuro porque sé que quizás no llegue a él.