Julian Barnes, con su fascinante versatilidad, nos ofrece en los monólogos de los tres vértices del triángulo -Stuart, Gillian y Oliver- y de algunos actores secundarios, pero no menores, una versión irónica, despiadada y compasiva a un tiempo, resplandeciente y con tantas facetas como un diamante, de los usos y costumbres sociales, sexuales, verbales y amorosos de nuestros contemporáneos.