Cuando se brindan muchas pistas al lector sobre el contenido de un libro, se puede sesgar y hasta contaminar la lectura del lector. No obstante, para efectos prácticos, un libro sin unas palabras que lo apadrinen es como un niño expósito.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información