Mabuhay, bienvenido. Con esa palabra reciben los lipinos al viajero que llega de lejos, como es el caso de Ramon Vilaró, que desde nales de los años setenta viaja de forma continuada a la excolonia española. Pocos la conocen como él. Su mirada recuerda la primera impresión que tuvo de la bahía y la ciudad de Manila, los paisajes de los valles tabaqueros de Cagayan e Isabela y el español simplificado, con mezcla de tagalo, que se habla aún en poblaciones como Zamboanga del Sur. El libro, no obstante, relata en particular el día a día de los filipinos, en un recorrido de norte a sur del país insular, desde experiencias en mansiones señoriales, ingenios azucareros y pequeños poblados en playas paradisíacas a comunidades religiosas en la frontera sur donde conviven cristianos y musulmanes. También fija su atención en el patrimonio gastronómico y cultural, con origen de la época colonial española, y en el vigor de la cultura, literatura y cinematografía nacionales.