La magistral fotografía de Travnik capta el encanto sórdido de la ciudad, presentando un conjunto de edificios oscurecidos y abandonados, ventanas tapiadas y carteles rotos, que desvelan su oculta belleza urbana. Más allá de la documentación; nos sumerge en una experiencia rica y táctil. Los matices mortecinos de su repertorio cromático traducen su abatimiento frente a la crisis que actualmente atraviesa Argentina.