Muerto en París, donde pasó los últimos años de su vida bajo seudónimo, Oscar Wilde (1854-1900), irlandés de nacimiento pero inglés de devoción, tuvo que afrontar un escandaloso proceso por ´ultraje a la moral´ en la rígida sociedad victoriana, que habría de llevarle a la cárcel y al exilio. André Gide no ofrece aquí una biografía de Wilde o un ensayo sobre su obra, sino que recoge dos ´semblanzas´: la primera, escrita apenas un año después de la muerte del autor de Balada de la cárcel de Reading, es una elegía a la memoria de un escritor que, defendiendo los principios del ´arte por el arte´, paga, paradójicamente, la práctica del arte con la propia vida; la segunda es un análisis, antes moral (aquí sin comillas) que literario, del poema De Profundis, que Wilde escribiera en prisión en forma de carta dirigida a Lord Douglas, el personaje desencadenante de su desgracia, y que no se publicaría hasta 1905, póstumamente. Dos textos, en suma, que nos hablan de la categoría humana y artísti