Visitar al abuelo, para nuestros tres protagonistas, deja de ser aburrido, molesto y obligatorio cuando descubren que sabe hacer cosas divertidas y que, además, se las puede enseñar. Cansado de aguantar las quejas de sus nietos cada vez que intentaba jugar con ellos y contarles historias, el abuelo decide pasar a la acción para enseñarles algo que no podían ni imaginar. Esta novedad resulta tan atractiva para los nietos, que no quieren separarse de él y le piden que les enseñe sus trucos.