La teoría europea moderna sobre la risa estaría incompleta si no tuviéramos en cuenta la perspicaz y
profunda reflexión sobre lo jocoserio que surge en los tratados de Baltasar Gracián (El Héroe, 1637; El
Discreto, 1646). Lejos ya del uomo urbano e faceto renacentista, los aciertos del juicio en el "filósofo
cortesano" se expanden gracias al ingenio. Los primores y realces ingeniosos no solamente aportan
gracia y soltura, sino que se convierten en instrumentos tácticos capaces de auxiliar incluso al gobernante
perfecto, que ha de saber manejar los afectos de acuerdo con la ocasión (El político don Fernando El
Católico, 1640). Este libro analiza la mezcla jocoseria en los tratados gracianos, sin exceptuar el encuentro
de lo agudo y lo risible comprendido en la Agudeza y arte de ingenio (1648), desde las especies
poéticas menores hasta las sublimes agudezas, graves o festivas; pues la misma unión de risa y llanto,
de Heráclito y Demócrito, constituyó una paradoja formal, semejante a aquellas que gustaban compendiar
autores como Ortensio Lando o John Donne y que igualmente reverberan en los trescientos aforismos
del Oráculo manual (1647).