La sanidad española se halla hoy en una encrucijada, cercada por un peligro doble: debilitada enormemente por la oleada de recortes y privatizaciones que desató la crisis de 2008, corre, además, el peligro de morir de éxito si se queda varada en la autosatisfacción de ser, pese a todo, una de las más universales y de más calidad del mundo. La pandemia de coronavirus ha evidenciado la urgencia de la diversificación de un sistema, hoy por hoy, unilateralmente curativo, relativamente desatento a las cuestiones cruciales de la prevención en materia de salud pública y la política de cuidados; y, en general, de la coordinación sociosanitaria. Los autores de este ensayo diseccionan en él los principales desafíos del sistema sanitario español cuando se inicia la tercera década del siglo XXI: desde la lamentable paralización de la ley de Salud Pública, para la que hubo que esperar treinta años desde la aprobación de la ley general de Sanidad, una década después de su promulgación, hasta las consecuencias negativas posibles para la relación médico-paciente, así como en materia de control poblacional, que representa la
