Si una noche se cruzan conmigo en el metro o en un bar, sin duda me mirarán fijamente, con incomodidad, probablemenete con turbación y LA pregunta llegará para atormentarlas: ¿es un hombre o una mujer? Y no sabrán responder.
Me escrutarán, me mirarán con detalle. Pero mi cuerpo, camuflado bajo una gabardina azul sin forma, no dará ninguna pista. Y se quedarán con la duda. Y con el desconcierto. De todas formas yo soy quien decide. Si salgo de la tierra de nadie o me quedo en ella. Si no quiero, nunca sabrán lo que soy.