En su libro Todo es deriva Teresa Shaw alcanza un punto
en el que no importa si está escrito en verso o en prosa porque su pensamiento que equivale a la expresión
de su pensamiento es radicalmente poético. No por algún tipo de intensidad lírica o desviación literaria de la
prosa, sino porque se sitúa tan cerca de los objetos y
acontecimientos del mundo que, al leerla, se vuelve imposible desviar la mirada de lo que tenemos al alcance de
la mano y, sin embargo, ignoramos. Esa atención es, en
efecto, el lugar de donde nace todo poema.