Las montañas andaluzas, hermosas y luminosas, encierran hondos misterios historicos que aun se pueden percibir en sus pueblos, sus calles, sus gentes y sus recuerdos y leyendas. Sierras andalusies en las que los descendientes de moriscos, y tambien de judios, ocultaron o se olvidaron de sus origenes; y en las que los que aun se acuerdan de quienes eran sus antepasados prefieren todavia callar. Pero la civilizacion que mayor nivel alcanzo en Occidente continua latiendo en las alturas cargadas de magia y en sus pueblos remotos que no olvidan sus origenes ni sus creencias ni tampoco el horror que se cernio sobre Al Andalus, en lo que se ha definido como el primer genocidio de la historia. Desde muy joven me pregunte por que una tierra, tan en apariencia alegre, escondia una tristeza tan profunda, tan jonda, sobre todo en los pueblos preservados por las montañas, donde persisten tantas melodias misteriosas, tantos perfumes de otros tiempos, tanta magia y tambien tantos ocultamientos. Una tarde, contemplando las lejanias de Ronda -con un sol que, guerreando atardeceres, ensangrentaba gloriosamente lo que Rilke definio como el mas elevado paisaje de este mundo- me pregunte cuanta gloria y cuanta sangre de Al Andalus seguia latiendo en los pueblos de esas montañas, sobrenaturales a fuerza de belleza.