Traducir todo lo que nos rodea a pura vida, a emoción y conciencia, es lo propio del hombre. Y eso es lo que busco ser hombre en toda su plenitud cuando escribo estos fragmentos, esta suerte de ensayos o divagaciones troceadas que quisieran conciliar la palabra y el silencio, la reflexión y el temblor, el cuerpo y su podredumbre.
¿Cómo corresponder a la intensidad del mundo y al asombro de existir sino entregando lo que uno sabe, la pregunta que cada uno es; sino entregándose en la vida o en un libro? No conozco mejor manera de dar las gracias. J. M.