Al menos desde 1958, Auden visitaba con frecuencia Austria, donde conoció a un joven llamado Hugerl. Se ha pensado que ese ocasional amante (aunque sin duda pueden estar también los anteriores) es el «tú» al que Auden desea decir algo tan simple -y complejo, como muestra el texto- como «Te quiero». En 1959, escribe en prosa los cincuenta fragmentos que componen Un poema no escrito, cuyas reflexiones aclaran (o sugieren) que no es posible escribir un poema lírico, subjetivo, de amor; y muestran las entretelas de lo poético, el cañamazo -lo de atrás- de eso que visto después llamaremos poema. W H Auden traza y enhebra y cruza todos los hilos y lanas del bordado, nos relata lo que el poema de amor sería y no puede ser: el poema sin poema.