En 2012 Amin Maalouf entró en la Academia Francesa para ocupar el sillón 29. El mismo del que anteriormente fueron titulares Claude Bernard, Ernest Renan, Henry de Montherlant y Claude Lévi-Strauss, entre otros. En Un sillón que mira al Sena, Amin Maalouf rinde homenaje a sus dieciocho predecesores, uno a uno en un gesto de gratitud humana y cultural.
A través de sus vidas y obras vamos asistiendo a los cambios culturales, sociales y políticos que se han ido produciendo en los últimos cuatrocientos años. Los poderes crecientes y decrecientes de reyes, nobles, clero...; las intrigas de palacio, las revoluciones, las guerras...; las mayores o menores influencias en distintas épocas de filósofos, dramaturgos, poetas, novelistas...; la evolución y los contrastes de ideas, las luchas entre egos en las que se vieron envueltos Voltaire o Victor Hugo... Todo contado con la amenidad, el encanto y el entusiasmo que caracterizan a Amin Maalouf; destacando curiosidades, anécdotas y a veces paralelismos, que él mismo desconocía antes de escribir este libro, como la de Pierre Bardin, el primer titular del sillón, que se ahogó en el Sena, o el conocido Montherlant que se suicidó en un cuarto con vistas a ese mismo río que baña la Academia.
Un sillón que mira al Sena no sólo nos ofrece un amplio panorama de la cultura francesa de los últimos cuatro siglos, sino también de la europea en su conjunto, dadas las influencias mutuas en ambos sentidos como se puede apreciar en el Corneille escribiendo sobre El Cid del que habla Maalouf. Nos hace descubrir lo permanente y lo mutable del género humano en este caleidoscopio cultural. Todo con la mirada inteligente, desde su sillón junto al Sena, de este escritor mediterráneo: libanés de nacimiento, francófono de educación y universal por vocación.