Porque esta casa es, por una parte, novela romántica, de viajes, de aventuras; sin dejar de ser
de ensayo, filosófica, formidablemente dialogada, que la convierte en una etopeya coral
Y en primer plano, en primera página, el a salto de mata Salterio, gente de teatro (fantasía,
ficción); gente de palabra (veracidad, lealtad): Un salteador teologal e instrumento musical (¿divino?) en el que hemos de detenernos algo más porque es, en su caleidoscópica representación, el portador central no único de las huellas, de las marcas de esta contienda constante y continua por desvelar lo que Tolstói tal vez llamaría la fatalidad de los actos libres
Entre construcciones de posibles paraísos se debate este polifacético Salterio que empezó a
circular suelto y a la deriva de los vientos y el extrañamiento para ser un aquiles siempre anticipando la tragedia, enseñando impenitente el talón
un cyrano, unido y dividido en la pluma y la espada; un donjuan que clama a las puertas del cielo; un robinjud justiciero que roba a los malos tratando de redimir en el reparto; un cristo peregrino que esgrime el verbo y descansa en un Pedro primera piedra, y sufre martirio y pasión
En un lugar leemos a Marina: <<¿A esconderte o a revelarte? ¿A dónde irás?>>. Porque esta novela trágico romántica se proyecta en su héroe, sobre el que se cierne en círculos una suerte de velar-desvelar como él mismo se oculta exponiéndose, se expone ocultándose, que es la facultad de todo enigma: Una vez y otra; como don Eladio: <<¿No es libre, acaso?>>, pregunta; y <
Celebrar pues, por mi parte, este intento sincero a través de la mentira de la literatura, donde
lo mollar es apurar no en el sentido de la velocidad-voracidad, pero sí hasta las heces, como el
escatológico Heliogábalo este caldo de tinta zamorana que Ventura Aporta Barrios, José, ha tenido a bien ofrecernos como un sanjorje conjura-dragones
Ildefonso Fernández Areidos. (Extractos de Unas palabras preliminares).