El lunes de Pentecostés del año 1841, mientras la gente regresaba de la romería del Carmen de Extramuros, la torre de la catedral de Valladolid a la que los ciudadanos llamaban con orgullo la Buena Moza se vino al suelo con gran estrépito arrastrando en su caída a Valeriana, la mujer del campanero. Recuperando a algunos personajes reales e inventando otros, Miguel Ángel Galguera nos traslada, a partir de este singular episodio de la historia, a una época de bravucones y señores, guapas y trabajadores, gitanos y alguaciles, que verán cómo un gallego es el único capaz de tumbarse él solo a la Buena Moza de Valladolid.
Si las ciudades tienen alma, sin duda Miguel Ángel Galguera ha sabido mostrarnos con ingenio y prosa singular la de esta villa castellana.