SANZ PONCE, ROBERTO / GIMENEZ BEUT, JUAN A. / AAVV
Ser docente, hoy, al igual que ayer, es una tarea compleja. Tarea que no está al alcance de cualquiera que quiera estudiar Magisterio, ya que se requiere de un talento y de un talante especial. Si nos centramos en el nivel educativo más temprano, la Educación Infantil, seguramente apreciemos -en su doble significado: el de percibir y el de valorar- unas cualidades y unas habilidades concretas entre el profesorado, que definen y caracterizan a este colectivo. La Educación Infantil es pasión por la enseñanza, preocupación por el alumnado, innovación educativa, sentimiento, espontaneidad, curiosidad, crecimiento y grandes dosis de paciencia, templanza y adaptabilidad. Es poner al alumno en el centro del proceso ?como debería ser siempre y en todo nivel educativo-, adaptarse al contexto, a la realidad del alumnado y de sus necesidades, es agacharse, bailar, cantar, dramatizar y mancharse las manos de colores, de arcilla o de plastilina. Es entender la educación a largo plazo, plantar la semilla del conocimiento y de la curiosidad, del deseo de aprender, de la autonomía, la libertad y la responsabilidad. Es conve